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Soy Mentora de Emprendedoras

Si hace algunos meses me hubieran vaticinado que estaría usando esta palabra “mentora” para referirme a mí misma, me habría reído.

Y sé que muchas de las personas que me conocen se estarán riendo de mí, diciendo Fabi te lo dije, por ahí va tu camino. Muchas veces desde afuera es más sencillo ver el camino a seguir.

Cuando escuchaba hablar de un mentor se me venía a la mente, la imagen de los antiguos griegos, de un hombre mayor con túnica blanca y no estaba tan lejos.

Mentor viene de un personaje de La Odisea de Homero, llamado Mēntōr a quien se le encomendaba el cuidado de la familia de Ulises, mientras él participaba en la guerra de Troya.

Claramente esto que te cuento no lo sabía, lo aprendí en la formación de mentoría que acabo de terminar, que me tiene muy feliz y orgullosa, porque tengo una nueva herramienta, para ayudar a mis clientas a crecer y cuando ellas crecen, pueden impactar en forma positiva a más personas y
ese es mi propósito.

Durante el mes de septiembre realicé un profundo proceso de introspección, no me sentía conforme con lo que estaba haciendo y menos aún con los resultados que estaba obteniendo, la autoexigencia y la impaciencia son algunos de mis defectos.

Sentía que quería profundizar en el trabajo que estaba realizando con mis clientas y en oportunidades anteriores había pensado en certificarme como coach, pero esto de ser mentora seguía presente, aunque el síndrome del impostor, me hacía decir yoooooo, mentora, de adonde.

Partí por buscar que significaba ser un mentor y cuales eran las diferencias con ser coach, esto me dejó asombrada, desde hace ya un tiempo llevaba ejerciendo sin saberlo como mentora, así que le saqué la lengua al síndrome del impostor y decidí formarme.

Porque si me propongo hacer algo, lo hago en serio y no me gusta cuando se usan títulos o rótulos que no corresponden. Si voy a ser mentora, me voy a formar para ello, aunque estuviera ya realizando mentorías en forma natural.

Lo que más me costó ver en mi, para sentirme cómoda con mi nuevo rol de mentora, es que un mentor tiene experiencia y yo siento que soy relativamente nueva en lo que estoy haciendo.

Luego recordé que soy emprendedora desde… siempre y que traspasé mi primer emprendimiento para dedicarme 100% a este, luego de 17 años de trabajo, así que creo que a eso se le puede llamar experiencia.

Una de las cosas por las que más me gustó esta figura de ser mentora, es porque a diferencia del coach, el mentor se involucra con el mentee (así se le llama al mentorizado) es una relación cercana, de amistad y de traspaso de experiencias y conocimientos en todo ámbito, no solamente profesional.

Sentí que eso iba bien conmigo, me gusta mantener una relación muy cercana con mis clientas, incluso con las que he trabajado hace ya años, sé en qué están, les continúo siguiendo la pista y disfruto con sus logros igual que cuando trabajaban conmigo.

Además, el mentor es una figura que nunca termina de aprender, se forma constantemente, lo que fue otra de las razones por las que me empecé a sentir cada vez más cómoda con este nuevo rol, amo aprender y también compartir lo que voy aprendiendo.

Así que, a partir de ahora, me declaro oficialmente mentora de emprendedoras.❤️

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